jueves, 2 de octubre de 2008

CRONICAS VIENEREOMORALÍSTICAS (mayo de 2006)


jueves 10

INTERPRETANDO PA' MANDAMASES

Han sido dos días movidillos. Ayer me tocó interpretar bisexualmente (inglés castellano y vuelta) en la hermosa Zeremoniensaal de la Hofburg para una reunión entre los países de América Central y la Unión Europea. No teníamos un solo documento, y cuando el presidente del grupo centroamericano se largó a leer su enrevesado discurso económico a toda velocidad, mi colega y yo nos vimos en serias dificultades. Uno puede disimular solo hasta cierto punto. Y ciertamente no hasta el necesario en las circunstancias, porque se nos apareció una turiferaria de la cancillería austriaca a preguntar si de veras era tan difícil. Le contamos que no teníamos los discursos y dijo, Pero si los tenemos desde ayer!, Pues no nosotros. Los trajeron inmediatamente y ya la cosa se encaminó un poco. Me doy cuenta de que mi límite hacia el inglés está mucho más vecino al suelo que el que tengo hacia el castellano. La próxima vez que acepte interpretar contra natura, he de cerciorarme de que esté a mi alcance. Nos dieron de almorzar muy pero muy bien, y por la tarde empezó el debate. Casi todos los europeos que intervinieron (Alemania, Dinamarca, etc.) lo hicieron en un español envidiable, mucho más rico y correcto que el estropicio que salía por los labios de los latinoamericanos. Qué vergüenza! Yo, para escarnio de alguno, hice lo que sostengo que corresponde hacer, y lo mismo mi colega, que quiso hacer su tesis sobre mi broli, pero no la dejaron porque "No es un paradigma aceptado". De modo que nos ceñimos a decir lo que a nuestro juicio profesional había que decir para que nuestros interlocutores entendieran lo que tenían que entender, lo cual significó fundamentalmente una implacable poda de la hojarasca retórica, ya que ambos éramos hispanoparlantes nativos y los dos necesitábamos mayor distancia y detenimiento para hablar un inglés suficientemente digerible. Logramos establecer un excelente rapport con los dos grupos de usuarios. Cuando alguno se disparaba, hacíamos señas desde la cabina y quienes lo advertían pedían al orador que tuviera piedad. En determinado momento se planteó el problema de decir "cooperantes" en inglés. Yo opté por "donors", que es lo que, en efecto son. Expliqué que la alternativa, "cooperating parties" me parecía poco clara y los anglooyentes estuvieron totalmente de acuerdo. Como la traducción de la declaración (que terminó rebajada a "iniciativa") al inglés (hecha, obviamente, por nibelungos de las delegaciones latinoamericanas) era un desastre, la fuimos corrigiendo en lo que podíamos. Al final, la reunión se pasó más de una hora de la prevista y como mi colega tenía que irse a atender a su presidente Fox y a mí me habían llamado de la Embajada de Venezuela, dijimos que nos teníamos que marchar. Por suerte, tuvimos tiempo de terminar con la aprobación de la iniciativa.

Mi desplazamiento a la Embajada de Venezuela fue inútil, porque quería intérprete al alemán. La Embajada del Uruguay también me llamó, pero cuando les dije cuánto cobraba se asustaron y terminaron contratando a otro (a mí quisieron venderme el buzón de que iba a interpretar un diplomático de la delegación muy ducho en los temas de debate, pero claro que no me lo creí). De modo que pude comprometer mis servicios a la Embajada de Bolivia, que me quiso para la conferencia de prensa de Evo Morales antes del inicio de la Cumbre.

Evo forever!

En la oficinita que han asignado a Bolivia (cada país tiene la suya) me encontré con una ex estudiante mía de Vic, a quienes ofrecieron fungir de intérprete de enlace estos días y que, con tino, rehusó interpretar para la conferencia de prensa. Trabaja prácticamente gratis (no va a sacar ni lo que le costó el pasaje), pero está entusiasmada con este primer contrato de su vida. Le aconsejé que, por mucho que hiciera concesiones económicas, no transigiera en las condiciones de trabajo. Por mi parte, decidí no cobrarles nada, porque andan sin un mango: salvo Evo, los demás están en hoteles de cuarta con viáticos miserables. Estaba previsto que primero nos reuniéramos el Presidente, su jefe de prensa y yo para sincronizar relojes, cosa que yo iba a aprovechar para explicarle cómo funciona la interpretación en estos lances. Pero Evo llegó tarde y hubo que lanzarse al agua sin mirar. La sala estaba repleta. Llegaron el jefe de prensa y dos o tres más de la delegación, todos sin corbata, sencillos, entusiasmados. Les dije que yo me sentaba al lado de Evo. Me dijeron que no podía ser, porque iba a haber muchas fotos, y que ellos lo querían flanqueado por el embajador y el ministro de RREE. Repliqué que los sentía mucho, pero de ningún modo, Si quieren, para las fotos cambiamos la coreografía, pero para la conferencia tengo que estar al lado del Presidente y poder comunicarme con él directamente. No tuvieron más remedio que aceptarlo. La conferencia fue apasionante. Evo es un tipo de increíble carisma y claridad. Pero se conoce que no está acostumbrado a ser interpretado y se lo veía nervioso. En varias oportunidades me musitó al oído cosas como, No mencionó al Japón, o, No habló de la dignidad. Yo procuraba tranquilizarlo, Sí, presidente, lo dije, no se preocupe. Aun así, en determinado momento dijo, Creo que el compañero está traduciendo mal. Yo, por supuesto, lo interpreté, pero también le dije que estaba diciendo exactamente lo que decía él. El edecán militar, que estaba parado detrás como un portero con sus colgajos y arreos se inclinó medio lívido y me dijo, Es un chiste! Mientras uno de la delegación se le acercó a Evo por el otro lado le dijo que la interpretación había sido perfectamente fiel. Entonces fue Evo el que me palmeó el hombro y me dijo, No, lo digo en broma. Todo esto en medio segundo. Y yo aproveché, entonces, para interpretar, No, it's just a joke, poniendo una expresión de total alivio y haciendo como que me secaba el sudor. Todo el mundo se rio y la cosa siguió entre sonrisas. Fue, admito, un momento tenso: me estaban haciendo quedar como el culo ante las cámaras de TV y haberla dejado pasar así nomás habría sido, estoy seguro, un golpe a la profesión entera, porque estoy convencido de que cuando interpreta públicamente, el profesional encarna a la profesión misma. Por suerte, me parece que salí bien del trance. Como estaba totalmente de acuerdo en todo lo que el orador decía, lo hice con tremendo gusto y empatía, interpretando lo más rápido que me salía para que hubiera tiempo para más preguntas. Evo las tomaba en tandas como de a diez, tomaba unas pocas notas, y luego las contestaba punto por punto. IMPRESIONANTE!

Momentos memorables

Periodista español: Ha mencionado a varios países que ayudan incondicionalmente a Bolivia, pero entre ellos no a España; ha sido una omisión voluntaria? Evo: Cuando estaba en campaña Zapatero me dijo, Si ganas te doblamos la ayuda y te condonamos la deuda. Pues bien, todavía ni lo uno ni lo otro… Y gané!

Periodista gusano: No cree que su amistad con Cuba puede ser peligrosa? Evo: Cuba nos manda ejércitos de médicos para salvar vidas. Peligrosas son las amistades que envían ejércitos de los otros para destruirlas. Los oftalmólogos cubanos ya han operado a 7.000 campesinos pobres de cataratas y otros males. En las clínicas privadas esas operaciones cuestan hasta 700 dólares. Ellos operan gratis. Cuba es un país que padece un tremendo bloqueo económico, pero que no se detiene a la hora de ayudar a levantar el bloqueo social.

Periodista austriaca: Hace unos días se descubrió que un famoso músico austriaco era cocainómano desde hace diez años. Qué va a hacer para erradicar el cultivo de coca? Evo: Nuestros campesinos cultivan coca desde hace siglos. La hoja de coca no es lo mismo que la cocaína. La cocaína la produjeron los europeos y los norteamericanos, que mientras se trataba de que la mascaran los mineros bolivianos para sacar más estaño para la industria norteamericana, fomentaban su cultivo. Si ese músico no comprara cocaína, no habría necesidad de erradicar los cultivos. De todos modos, nosotros estamos contra e narcotráfico, que es otra cosa. Y somos partidarios de la erradicación voluntaria, sin muertos, sin represión al pueblo.

Periodista español: Usted habla constantemente de los quinientos años. Evo: Y lo seguiré haciendo. Hace dos años llegué invitado por un ayuntamiento a participar en un seminario. En Barajas me pararon y me pidieron que mostrara 500 dólares. Yo venía invitado, con todos los gastos pagos, de modo que no los tenía, Pues entonces te vuelves, me dijeron, y yo, Tras 500 años de saqueo, no nos han dejado ni 500 dólares, de dónde quieren que los saque; uno de los policía se enojó y me quiso expulsar, pero el otro dijo, Está bien, negro, pasa. (Y aquí, por cierto, para consternación de alguno, no dije "black" ni mucho menos "negro" o "nigger", porque no se iba a entender como tenía que entenderse y lo que menos quería Evo era un incidente debido a un problema de traducción).

Periodistas brasileños más o menos a coro y a cada rato: Por qué no ha hablado con el Presidente Lula para negociar el problema de Petrobrás? Evo: Apenas resulté electo quise ponerme en contacto con Lula, pero fue imposible. Sospecho que algunos de sus colaboradores me estaban bloqueando. Por eso me sorprendió que apenas anuncié la nacionalización de los hidrocarburos Lula se mostrara tan ansioso por hablar conmigo. Los hidrocarburos de Bolivia son bolivianos, pertenecen a nuestro pueblo, y un país soberano no tiene por qué negociar a la hora de disponer de ellos. Periodistas brasileños: Pero había contratos. Evo: Eran contratos ilegales, porque no fueron aprobados jamás por el parlamento. Cuando ha habido contratos legítimos, nosotros los hemos respetado y lo seguiremos haciendo.

Periodista inglés: Qué medidas piensa tomar en defensa de las mujeres indígenas? Evo: Por primera vez en la historia hay cuatro mujeres ministros, todas ellas indígenas. Y la de Justicia fue la fundadora del sindicato de trabajadoras domésticas, sirvientas que se les dice. Podría seguir con la lata, pero se dan una idea. En fin, que uno de los días más apasionantes de mi carrera.

viernes 12

INTERPRETANDO PARA MANDAMENOS


Ayer, tras la aventura con Evo, caí en la cuenta que había una cumbre paralela en la que seguramente necesitarían intérpretes voluntarios, de modo que esta mañana me fui para el Stadthalle. Qué diferencia! Jóvenes de todo el mundo (especialmente latinoamericanos, la mayoría residentes en Europa), teutonas rubicundas, latinas de bronce o de caoba, vestuarios inverosímiles, peinados extraterrestres, barbas hirsutas o casi invisibles e impalpables, anteojos de todas las formas y aumentos, bebés incongruos, viejas de cabello como de adolescentes, gerontes de boina y colita, mochilas de todos los tamaños y en todos los estados posibles de descomposición, quioscos atestados de panfletos, folletos y volantes, corrillos multicolores, carteles pintados a mano, y, al fondo, la oficina de intérpretes, o sea, un cuarto con una mesa cubierta de viandas en diferente estado de consumo o deterioro, bolsas de pretéritas papafritas, envoltorios de sándwiches ya idos, una jovencita durmiendo a pata suelta sobre una especie de colchón, dos tomando café frío, y, factótum y hada madrina del pintoresco aquelarre, Gemma, una catalana capaz de amamantar ella sola a sendos regimientos, guapa de facciones y de pelo teñido en diferentes épocas de dos o tres colores peleados entre sí. Yo estoy de saco azul cruzado, pantalón gris, corbata con unos dibujitos maricones, camisa blanca y mocasines fulgurantes (es que me he dicho que si me sacan carpiendo, me voy al foro de los encorbatados). Parezco un disfrazau sin carnaval o, mejor dicho, el único sin disfrazar en medio del corso.

Gemma me pregunta si tengo alguna experiencia, me toma la tarjeta de Gaspar y Octorino, viste?, y me dice que por el momento son todos los que están, pero que nunca se sabe y hasta mañana si Dios quiere y la Virgen lo permite. Me voy con el rabo entre las piernas del pantalón gris, llego a la estación Burggasse del U6 y ya estoy por subirme al vagón cuando suena mi telefonino. Es Gemma, que si no puedo ir a dar una mano. Regreso y me meten en cabina inglesa con Germán, un español que es el que ha organizado el equipo. Por supuesto que, salvo una francesa, todos los ponentes y moderadores hablan castellano, incluso los europeos transpirenaicos. Los colegas son todos estudiantes o recién recibidos, aunque me encuentro con Emilio Soto, un veterano de treintayunoscuantos, que acaba de pasar el examen de la ONU y anda en tratativas con miras a un contrato. Una de las muchachitas me saluda efusivamente: ha sido estudiante mía en la Universidad Autónoma de Barcelona hace tres o cuatro años.

Las condiciones son siniestras: el sonido indecente, los equipos destartalados, las cabinas estrechas, endebles, mal aisladas y sin puerta, hay de fondo un batifondo, no hay documentos, algunos hablan con acentos que ni el Inspector Cluzeau metido a luchar contra la globalización, las horas son inhumanas (me tocará de 13 a 20 con una hora de descanso), no pagan un centavo… y nunca he interpretado con más gusto, entusiasmo y orgullo.

Me toca un panel sobre Guatemala: dirige un brasileño y participan un dirigente campesino, una femenina, una de una ONG belga y el Obispo de San Marcos, Monseñor Ferrín, que explica en un castellano tan exquisito como transparente la Doctrina Social de la Iglesia (los bienes materiales tienen un destino universal, que es satisfacer las necesidades humanas). En el panel anterior, dirigido por un francés con la participación de un economista cubano, una uruguaya y la francesa que no hablaba español, se ha hablado de la Asociación Bolivariana que integran Venezuela, Cuba y Bolivia. Y en el siguiente, dirigido por un alemán, un holandés y un escocés hablan de la política securitaria y militar de la Unión Europea. En una sala vecina, una campesina boliviana o peruana o ecuatoriana, con chambergo coya y poncho de colores trata de explicar el problema de los productores de coca a través del tamiz implacable de un español desacostumbrado.

Sacerdotes, economistas, campesinos, estudiantes; europeos y latinoamericanos; algunos viejos, y jóvenes… cientos de jóvenes, todos buscando la manera de cambiar este mundo de mierda. Y yo entre ellos, poniendo mi granito de arena. Qué plenitud!

Salvo el panel sobre seguridad, todo el trabajo es al inglés (y, por primera vez, me toca interpretar también al inglés del francés). Siento que me sale magníficamente. Estoy que toco el cielo con las manos. Sé que mi ex estudiante ha hecho correr la voz y que los jovencitos andan con la oreja pegada a ver cómo me sale, y que apenas se haga una pausa se me van a venir al humo a que les dé una clase improvisada. Tal cual. Les explico que no nos pagan ni para entender ni para decir, sino para que nos entiendan. Miguel, un español que estudia en Leipzig comenta que allá, la regla número uno que les inculcan es no dejar de hablar jamás, y la segunda, no decir tonterías… EN ESE ORDEN!!!!! Le digo que eso es lo que en el Río de la Plata llamamos pelotudez, que solo se puede comprender en los intersticios de la propia habla y que cuanto más se habla, menos se entiende, y que entonces qué carajo se puede decir que no sea una tontería. Alba es graduada de La Laguna (después de la ESIT parisina, la escuela de mayor prestigio) y me confiesa que ha aprendido más en esta media hora que en un semestre de universidad. No es la primera vez que me lo dicen. Es que nadie les había dicho que lo esencial es que el interlocutor entienda lo que tiene que entender de la forma como tiene que entenderlo, que la alternativa a una buena interpretación no es nunca una interpretación mala, sino el silencio, que no se puede comprender si no se comprende críticamente, que para ello hay que comprender con el mismo interés con el que está comprendiendo nuestro interlocutor, que no se puede hablar bien si no se habla como si interesara realmente que el que escucha entienda, que el que escucha suele no querer ni necesitar que le digan absolutamente todo, sino que se lo digan claro, y todas las cosas que no me canso de decir aquí y que los jóvenes, ávidos de aprender y mejorar, suelen aceptar sin el recelo que a veces consterna o amilana a los mayores. Para estos pibes que no tienen ninguna experiencia, o que apenas si se están abriendo camino a codazos, la oportunidad de laburar con un anciano de mi experiencia es realmente singular y yo voy a hacer lo posible por dejarles todo lo que pueda. Pocas veces me he sentido tan útil y tan feliz. Ha sido uno de los mejores días de mi vida.

Mañana me toca empezar a las 9:00 hasta las 13:00 y por la tarde hasta la hora que sea, que vienen Evo y Chávez y no he vacilado en meterme en cabina inglesa, que es donde más falta hago.

Por cierto, en medio del tole tole me llamó mi sucesor para ofrecerme la entrevista entre Evo y Kofi Annan. Lástima que no pude hacerla también (y por un montón de euros!), pero no me arrepiento. La verdadera interpretación está aquí. Ya estoy harto de ser un intérprete de burbuja.

sábado 13

INTERPRETANDO PARA TUTTI QUANTI

Hoy fue el gran día gran. Viena amaneció decididamente primaveral. Cuando llegué al Stadthalle vi que habían sacado los paneles que demarcaban las salas más pequeñas para formar un gigantesco espacio rectangular, con un gran estrado en uno de los lados mayores, varias centenas de butacas en el centro y las cabinas en el ángulo trasero izquierdo. La plenaria final, prevista para las 9:00 terminó empezando a las 10:20. Hay un europarlamentario italiano de izquierda unida, l’onorevole Agnolloni, que pregunta si puede hablar italiano y, claro, lo dejamos. Entre los demás hay un diputado verde francés, una socióloga gringa y cuatro o cinco ponentes más. A mí me han puesto en cabina inglesa, pero advierto que al tano lo interpreto al español. La experiencia me reconforta tras los traspiés del miércoles. Me sale una buena cabina inglesa B y quedo encantado de la vida. Soy el único vejestorio entre los intérpretes, que me llaman Jefe. Me gusta mucho. Siento que agradecen y valoran los consejos que les doy. Los dos que están en cabina española estudian en la escuela de Leipzig (la que prescribe, primero, hablar todo el tiempo y, segundo, no decir tonterías… en ese orden). Sudan la gota gorda, afanados por no perder una sílaba. No les sale mal, pero se atarantan, retroceden, calzan pasivas contra natura e incurren en toda la típica suerte de torpezas típicas del que no acaba de tener claro en la cabeza lo que va a decir… antes de abrir la boca. Me piden que les muestre cómo digo yo que hay que hacerlo. Hablo con toda parsimonia, dejando los que para ellos hubieran sido silencios espeluznantes mientras el orador se repite, vacila, escupe muletillas, da algún rodeo y finalmente arranca con lo que verdaderamente quiere decir. Espero a tener clara en la testa la cláusula que conviene para expresar el retazo de idea y, como hablo mucho menos y, por ende, más despacio que el orador, tengo tiempo de sobra para articular con claridad y escupir un castellano decente. Los chicos ven palmariamente cómo el silencio tan temido es, en realidad, el mejor aliado de la claridad y todo lo que se pueda de elegancia. Me cuentan que es una revelación. De ahí en adelante tratan de aplicar la metodología. No les sale, por supuesto, porque requiere práctica, pero ya están bien encaminados. Me siento casi como el padre del equipo o, menos patéticamente, el tío canchero.

La cosa se prolonga hasta las 13:00, cuando los de seguridad nos sacan carpiendo para preparar la festiva sesión de clausura programada para las 15:00.

Almuerzo unos olvidables penne all’arrabbiata en un fondín cercano mientras crece la turbamulta que espera que vuelvan a abrir las puertas. Cuando me acerco, me encuentro con Kate (inglesa) y Sofía (española), que forman parte del equipo. Les digo que me den la mano y formemos un trencito, enarbolo la credencial de trujamán, vocifero que nos dejen pasar, que somos intérpretes y que tenemos que estar en las cabinas antes de que empiece el baile porque si no el baile no empieza, y, un codazo aquí, otro más allá, nos abrimos camino hasta la primera barrera, luego hasta la segunda, y por fin nos metemos por la puerta apenas entreabierta en nuestro honor. A las 15:00 y poquito principia la bailanta: cinco bolivianitas ínfimas, arropadas en mil trapos de colores y apenas visibles bajo sus chambergos de paja bailan un carnavalito y un huayno. Luego salen unos cubanos a tocar salsa. El salón entero se pone a bailar. Mulatas como de goma, austriacos de madera, periodistas tintineantes de cámaras, estudiantes agobiados de mochilas, técnicos todavía aferrados a sus cables, decenas de purretes de todas las edades, una madre con un chiquilín colgado de la espalda y otro en brazos, viejos de coyunturas oxidadas, una gorda descomunalmente esférica, un estudiante autóctono casi transparente, delgado como una soga y coronado de un arbusto de rulos prácticamente blancos, una monjita de anteojos blindados que no encuentra muy bien qué hacer con las piernas… Después salen otros conjuntos, y, finalmente, un septeto vocal cubano que canta salsa a capella. Insólito, dijérase que imposible… y maravilloso.

La fiesta dura hasta las 17:00. A esa hora se hace una breve pausa y, rodeados de camarógrafos, admiradores, turiferarios y adustos gorilas de la seguridad, entran Carlos Lage Dávila, Vicepresidente de Cuba, Evo Morales y Hugo Chávez. Se sientan a la mesa del estrado flanqueados de, entre otros, el dirigente brasileño de “Campesinos sin Tierra”, una dirigente campesina india ecuatoriana y el bigotudísimo José Bové, el jefe de la “Vía Campesina”. Kate y Luke, los ingleses asignados a la cabina ídem, nos piden a Germán y a mí que hagamos por favor a Evo, porque se mueren de pánico de su acento. Como salvo un discurso en inglés y el de Bové todo va a ser en castellano, con Germán decidimos entonces reforzar la cabina rival, mientras Sofía y Emilio (que ha llegado por si) se encargan de que no quede vacía la nuestra.

Hablan todos por orden ascendiente de ídem. Bové hace una defensa apasionada y sensata del cultivo de hoja de coca (leit motif de Evo) con fines medicinales y termina ofreciendo hojas a sus compañeros de estrado. Tras lo cual le toca a Evo. Es un discurso denso, al grano, altamente político. Da genuino gusto interpretarlo. Pero la piesderesistáns es la alocución de Chávez. Empieza bien, saludando a los jóvenes, rememorando la conferencia de ayer a la luz de la luna llena, Una luna para enamorarse, solo que tú, Evo, y yo no tenemos tiempo para esas cosas. Y dirigiéndose a los jóvenes, Nosotros los envidiamos a ustedes! Es un tipo entrador, campechano sin ser vulgar, que maneja un buen español y se expresa con claridad y precisión… pero que habla y habla y habla… Habla de todo, hasta de las huellas de la presencia de agua que se han detectado en Marte. Menciona a Mao Tse Tung, Walt Whitman, García Márquez, Chomski, Fukuyama, Nostradamus, Victor Hugo, Marx, Neruda, Túpac Amaru, Túpac Catari, Lincoln, Martin Luther King, Muhammad Alí, Bolívar, San Martín, Artigas, O’Higgins y unos cuantos más. Habla y habla y habla. Habla una hora y cuarto hasta que por fin enuncia, Y para terminar, quiero hacer una propuesta concreta… Pero sigue hablando una hora más, sin llegar a decir la propuesta. Habla dos horas y cuarto, pero se dispersa en anécdotas que, las más de las veces, no vienen al caso, emigra por las ramas, salta, retrocede, se repite. Sí, menciona conquistas concretas de la Revolución Bolivariana (una campaña de alfabetización sin concesiones que en dos años hace que la UNESCO pueda declarar a Venezuela país libre del analfabetismo… pavada de resultado que los argentinos bien podríamos tratar de conseguir también), y cita datos estadísticos de toda laya que demuestran que está minuciosamente al tanto de más o menos todo, pero el discurso no es tal, sino una rapsodia sin rumbo fijo. Evo, Lage y los demás no pueden moverse de sus asientos, y se les ve el esfuerzo que hacen para no evidenciar su irritación y aburrimiento. No me lo puedo creer. Pero no tengo más remedio que creérmelo.

La concurrencia ha comenzado a ausentarse, pero los muchos que quedan no amainan. Cuando por fin se calla (la propuesta, por cierto, era seguir luchando), la ovación es cerrada. Un conjunto de origen impreciso (hay un austriaco, y una mulata angloparlante) pide licencia para cantar una música que ha compuesto sobre versos de Neruda. La mulata tiene una voz aterciopelada y cavernosa. Entretanto los periodistas han tomado por asalto la tarima por la que los presidentes van deslizándose a duras penas.

Doy por concluida la velada y me vengo a escribir estas líneas feliz de haber aportado mi granito de arena a la nobilísima causa de la unión de nuestros pueblos contra la explotación y la miseria, por la igualdad, la salud, la educación y el trabajo. Mañana será otro día y en la Jesuitenkirche dan la Misa de Dvorak. Ojalá que no me quede dormido.